
El presidente Alberto Fernandez armó, con la paciencia de un orfebre que conoce el paño sobre el que estampará su acción de gobierno, un gabinete ministerial de innegable nivel académico y/o de fuerte contenido político. La tarea que tienen por delante es enorme por la gestión devastadora del peor elenco gobernante en tiempos de democracia formal. En medio de tanta mishadura, término que gustaba usar Jorjón Sábato, germina la esperanza

La presencia del presidente electo Alberto Fernandez y, en especial, su subrayada declaración “no vamos a premiar a los que especulen, vamos a ayudar a los que producen” opacó la mayor parte de las intervenciones que, especialistas propios y foráneos, realizaran durante la 25 Conferencia Industrial. Esta nueva versión de la tradicional reunión a la que convoca la Unión Industrial Argentina se desplegó bajo una consigna “prêt à porter”: “Construir consensos: desafíos para el desarrollo productivo”.

La inversión extranjera directa es una de las principales fuentes de crecimiento económico. Para atraer inversiones, los responsables de políticas crean y reinventan las denominadas agencias de promoción de inversiones (API).
En los últimos 30 años, el número de países con APIs se cuadruplicó en América Latina y el Caribe y en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y cerca de una de cada cinco agencias se sometió a una importante reforma institucional en los últimos cinco años.

Aunque en el festejo del muy centenario diario de los Mitre el presidente Mauricio Macri autoelogió su gestión y dijo sentirse “orgulloso de lo que hicimos juntos” puntualizamos a continuación parte de esa tarea: la cantidad actual de desocupados es superior a 2,2 millones de personas, (290 mil más que en el segundo trimestre de 2018); la tasa de desempleo es del 10,6%; hay registradas 13.